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Tarde soleada en Murnau: El paisaje que revolucionó el arte

Esta combinación de estilos permitió a Jawlensky crear una obra que impresionó a sus colegas, incluyendo al propio Kandinsky.

Tarde soleada en Murnau: El paisaje que revolucionó el arte

La obra Tarde soleada en Murnau (título original: Sommerabend in Murnau), realizada por el pintor ruso Alexej Jawlensky en 1908, es una pequeña joya que fusiona elementos clave de distintas corrientes artísticas. Actualmente expuesta en el Museo Lenbachhaus de Múnich, Alemania, este óleo sobre lienzo de 32,9 x 44,5 cm captura una inédita síntesis pictórica, que, aunque puede no parecer gran cosa hoy en día, en su época fue todo un hallazgo revolucionario.

Jawlensky, miembro del grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), mezcla en esta obra la influencia de varios movimientos. Por un lado, toma prestados elementos de los paisajes de la pintora Gabriele Münter, y por otro, adopta el uso del cloisonnismo, técnica característica de los Nabis franceses liderados por Paul Gauguin. Esta técnica consiste en la utilización de colores vivos y arbitrarios, encerrados en gruesos contornos negros que recuerdan el arte de las vidrieras. Esta combinación de estilos permitió a Jawlensky crear una obra que impresionó a sus colegas, incluyendo al propio Wassily Kandinsky, quien no dudó en tomar notas sobre la pieza.

El aspecto más destacado de Tarde soleada en Murnau es la capacidad de Jawlensky para lograr una síntesis pictórica. La “síntesis”, un concepto que ha desvelado a los teóricos del arte, se refiere a la capacidad de reducir y combinar elementos visuales de manera que no sólo no se pierde el mensaje de la obra, sino que este se vuelve más claro y comprensible para una audiencia amplia. Jawlensky utiliza este principio en sus paisajes y retratos, simplificando las formas y colores para lograr una imagen más impactante y universal.

Alexej Jawlensky
Rusia, 1864–1941

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El uso arbitrario de los colores en la obra de Jawlensky es lo que la dota de energía y fuerza. Los tonos intensos enmarcados por contornos negros no pretenden replicar la realidad, sino transmitir una emoción, una sensación de armonía a través de la simplificación. Es un ejemplo temprano de cómo el arte del siglo XX comenzó a alejarse de la representación fiel de la naturaleza, explorando en cambio las posibilidades expresivas del color y la forma.

Si bien hoy en día esta obra podría parecer modesta, en su tiempo representó un paso importante hacia la modernidad pictórica. Tarde soleada en Murnau es una ventana a las inquietudes de los artistas de principios del siglo XX, interesados en romper con las convenciones artísticas de su época.

Con información de HA!

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